¿A dónde vamos sin metas?
» SIN METAS NO EXISTEN MÉTODOS DE ENSEÑANZA, NI EDUCACIÓN
SI CARECEMOS DE METAS, NO VAMOS A NINGUNA PARTE»
(NEIL POSTMAN)

Uno de los grandes desafíos de la educación actual es la necesidad de atender a las metas de los estudiantes de todos los niveles educativos. No sólo metas académicas, me estoy refiriendo a metas personales, vinculadas a la singularidad, al talento individual, al autoconocimiento, a la creatividad.
Los planteamientos recientes de Neil Postman a finales del siglo XX basados en los fines de la educación y la necesidad de metas en los estudiantes desprenden mucha luz en este momento histórico que estamos viviendo en el contexto educativo.
Este pedagogo y filósofo parte de la perspectiva de una enseñanza basada en la actividad crítica y nos habla de la diversidad como la encargada de construir al individuo, de construir nuestra propia historia a través de las interacciones con muchas clases de personas y escenarios hasta convertirnos en lo que verdaderamente somos.
Necesitamos una sociedad donde los niños y los estudiantes de todos los niveles educativos sean felices y la felicidad no debe medirse por las notas. Preparar para la vida no es sólo tener conocimiento para una profesión, no es sólo obtener un buen trabajo y ganar lo suficiente.
Este autor nos recuerda que añadir presiones innecesarias basadas en los resultados académicos, en el ego y en el éxito social crea adultos inseguros y emocionalmente rotos. Se pierde la motivación intrínseca y el placer del estudio y empieza el miedo al fracaso, pendientes en exceso de las opiniones de los demás. Las reflexiones de Postman plantean cuestiones claves apoyadas en la filosofía de Nietzche: «el que tiene un porqué puede soportar casi cualquier cómo» , lo cual es de una enorme aplicación al colegio, al instituto, a la universidad, a la vida.
Este es un tiempo de toma de conciencia, de pensar menos y sentir más.
Si seguimos avanzando en las ideas de Postman nos conduce a reflexiones sobre la metodología, nos plantea el problema de que muchos profesionales pueden llegar a caer en didactismos absurdos olvidándonos con frecuencia de una cuestión metafísica que parece no interesar: esto es, cómo la educación puede convertirnos en mejores personas y transformar el mundo, pero para ello necesitamos tener una razón, un fin, una meta. Serían las metas lo que el denomina Narrativa de la educación: sin metas, sin propósitos, los centros educativos y universidades no son más que centros de detención pero no centros de instrucción, de enseñanza…en consecuencia no basta con que los centros posean objetivos, programaciones y curriculums a golpe de decretos, lo más importante es que los estudiantes posean sus propios objetivos o metas. Y a ello añadimos textualmente: «cuando un sistema no recibe nada nuevo y distinto del exterior se produce estancamiento…la uniformidad es enemiga de la vitalidad, de la creatividad y de la excelencia».
Todas las propuestas de mejorar la calidad de la educación no tienen sentido para los estudiantes, ni para familias ni ciudadanos, todas esas propuestas no son más que barcos a la deriva con pocas posibilidades de llegar a buen puerto.
¿De qué nos hemos dado cuenta en este tiempo de educación confinada? Nos estamos olvidando de los Fines de la Educación, no existen metas en la educación pero además las metas que estamos eligiendo no son buenas metas. Postman afirma que estamos necesitados de dioses, en busca de sentido para vivir, nuestra especie construye ideas para vivir, que le den significado a nuestras dificultades. Los sistemas educativos, el nuestro en concreto, está muy alejado el sentido de vivir, del propósito de vivir.
La pandemia COVID-19 no ha hecho más que confirmar lo que ya no funcionaba. Me pregunto si los responsables de la comunidad educativa están preparados para cambio educativo y trabajando con eficacia ante la llamada “nueva normalidad” y el comienzo del nuevo curso escolar desde primaria hasta la universidad.
Familias desbordadas ejerciendo de padres, de profesores, de pedagogos, de psicólogos y teletrabajando, otras muchas sin trabajo y sin perspectivas. Profesores que también son padres entregando también lo mejor de sí mismos.
Jóvenes titulados y sobrecualificados a los que no se les ha entrenado para construir su vida. Potenciar en el estudiante el compromiso con su desarrollo personal, con sus metas personales y profesionales, no sólo académicas, es una urgencia. La solución no es esperar a que escampe la tormenta.